14. Ángel Olgoso 

EL VIAJE DEFINITIVO

(Juan Ramón Jiménez)

 

…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros

cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol,

y con su pozo blanco.

 

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.

 

Se morirán aquellos que me amaron;

y el pueblo se hará nuevo cada año;

y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.

mi espíritu errará, nostálgico…

 

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol

verde, sin pozo blanco,

sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.

 

 

 

13. Claudina Prieto Yerro (Francés)

 

Paul Éluard

 

 

Sur mes cahiersd’écolier

Sur mon pupitre et les arbres

Sur le sable sur la neige

J’écris ton nom

 

Sur toutes les pageslues

Sur toutes les pagesblanches

Pierre sangpapierou cendre

J’écris ton nom

(…)

Sur la santérevenue

Sur le risque disparu

Sur l’espoirsanssouvenirs

J’écris ton nom

 

Et par le pouvoird’unmot

Je recommencema vie

Je suisnépour te connaître

Pour te nommer

 

Liberté

                          

 

  Jorge-Luis Borges

 

Aquí. Hoy

Ya somos el olvido que seremos.

El polvo elemental que nos ignora

Y que fue el rojo Adán y que es ahora

Todos los hombres, y que no veremos.

 

Ya somos en la tumba las dos fechas

Del principio y el término. La caja,

La obscena corrupción y la mortaja,

Los triunfos de la muerte, y las endechas.

 

No soy el insensato que se aferra

Al mágico sonido de su nombre.

Pienso con esperanza en aquel hombre

Que no sabrá quién fui sobre la tierra.

 

Bajo el indiferente azul del cielo,

Esta meditación es un consuelo.

                                              

Poemas seleccionados por el profesorado del centro

1. Mª Àngeles Prieto Escoriza (Francés)

 

Le Pont Mirabeau (Apollinaire, Alcools - 1912)


Sous le pont Mirabeau coule la Seine
       Et nos amours
   Faut-il qu'il m'en souvienne
La joie venait toujours après la peine

       Vienne la nuit sonne l'heure
       Les jours s'en vont je demeure

Les mains dans les mains restons face à face
       Tandis que sous
   Le pont de nos bras passe
Des éternels regards l'onde si lasse

       Vienne la nuit sonne l'heure
       Les jours s'en vont je demeure

L'amour s'en va comme cette eau courante
       L'amour s'en va
   Comme la vie est lente
Et comme l'Espérance est violente

       Vienne la nuit sonne l'heure
       Les jours s'en vont je demeure

Passent les jours et passent les semaines
       Ni temps passé
   Ni les amours reviennent
Sous le pont Mirabeau coule la Seine

       Vienne la nuit sonne l'heure
       Les jours s'en vont je demeure

 

Le dormeur du Val (Arthur Rimbaud)

C'est un trou de verdure où chante une rivière,

Accrochant follement aux herbes des haillons

D'argent ; où le soleil, de la montagne fière,

Luit : c'est un petit val qui mousse de rayons.

 

Un soldat jeune, bouche ouverte, tête nue,

Et la nuque baignant dans le frais cresson bleu,

Dort ; il est étendu dans l'herbe, sous la nue,

Pâle dans son lit vert où la lumière pleut.

 

Les pieds dans les glaïeuls, il dort. Souriant comme

Sourirait un enfant malade, il fait un somme :

Nature, berce-le chaudement : il a froid.

 

Les parfums ne font pas frissonner sa narine ;

Il dort dans le soleil, la main sur sa poitrine,

Tranquille. Il a deux trous rouges au côté droit.

 

 Chanson d'automne (Paul Verlaine,Poèmessaturniens 1866)

 

Les sanglots longs

Des violons

De l'automne

Blessent mon coeur

D'une langueur

Monotone.

 

Tout suffocant

Et blême, quand

Sonne l'heure,

Je me souviens

Des jours anciens

Et je pleure

 

Et je m'en vais

Au vent mauvais

Qui m'emporte

Deçà, delà,

Pareil à la

Feuille morte.

 

Le Cancre ( Jacques Prévert)

 

 Il dit non avec la tête

Mais il dit oui avec le cœur

Il dit oui à ce qu’il aime

Il dit non au professeur

Il est debout

On le questionne

Et tous les problèmes sont posés

Soudain le fou rire le prend

Et il efface tout

Les chiffres et les mots

Les dates et les noms

Les phrases et les pièges

Et malgré les menaces du maître

Sous les huées des enfants prodiges

Avec des craies de toutes les couleurs

Sur le tableau noir du malheur

Il dessine le visage du bonheur.

 

 

1. Francisco Abarca presenta:  

La Fuente de Gabriel Ruiz de Almodóvar)

Grabado de José Ruiz de Almodóvar

 

 A la fuente del Avellano la consagraron como lugar literario Ángel Ganivet y otros artistas, que a fines del XIX venían a tomar sus aguas depurativas por la noche. La Cofradía del Avellano, publicaron en 1899 un volumen colectivo llamado “Libro de Granada”, con textos de Ángel Ganivet, Gabriel Ruiz de Almodóvar, Matías Méndez Vellido y Nicolás María López, en tanto que las preciosistas imágenes eran cosa de Adolfo Lozano, Isidoro Marín, José Ruiz de Almodóvar y Rafael Latorre. Fue reeditado en edición facsímil en 1987

Seleccionado por:

Francisco Abarca (Tecnología)

 

 

 

2. Felisa Palacio presenta 

Alba ( Federico García Lorca)

Mi corazón oprimido 
Siente junto a la alborada 
El dolor de sus amores 
Y el sueño de las distancias. 
La luz de la aurora lleva 
Semilleros de nostalgias 
Y la tristeza sin ojos 
De la médula del alma. 
La gran tumba de la noche 
Su negro velo levanta 
Para ocultar con el día 
La inmensa cumbre estrellada. 

¡Qué haré yo sobre estos campos 
Cogiendo nidos y ramas 
Rodeado de la aurora 
Y llena de noche el alma! 
¡Qué haré si tienes tus ojos 
Muertos a las luces claras 
Y no ha de sentir mi carne 
El calor de tus miradas! 
¿Por qué te perdí por siempre 
En aquella tarde clara? 
Hoy mi pecho está reseco 
Como una estrella apagada.


3. Eduardo Iañez presenta:

Oda X (Horacio)

 

Vivirás más cuerdamente, Licinio,

si no te adentras en alta mar ni te acercas excesivamente a la peligrosa orilla,

cuando, cauteloso, teme a las tormentas.

 

Todo el que ame la áurea medianía carece, seguro,

de la sordidez de un techo vil;

carece, sobrio, de un palacio envidiable.

El viento castiga más a los erguidos pinos;

mayor es la caída de las altas torres y los rayos fulminan las cumbres de los montes.

El buen pecho templado, en la adversidad, espera;

en la prosperidad, teme una suerte distinta.

El mismo Júpiter trae los inviernos y él mismo es quien los destierra;

si ahora el mal está presente, no será así siempre.

Apolo, a veces, despierta las dormidas cuerdas de su cítara

pero no carga siempre su arco tenso.

 

En la adversidad, pórtate fuerte y animoso;

pero, prudente, recoge las velas si el viento propicio llegara a hincharlas demasiado.

 

4. Amor constante más allá de la muerte (Francisco de Quevedo)

 

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera; 

 

mas no, de esotra parte, en la ribera,

dejará la memoria, en donde ardía:

nadar sabe mi llama la agua fría,

y perder el respeto a ley severa.

 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

medulas que han gloriosamente ardido,

 

su cuerpo dejará, no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido;

polvo serán, mas polvo enamorado.

 

5. El consenso público (Friedrich Hölderlin)

 

¿No es más bella la vida de mi corazón

desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más

cuando yo era más arrogante y arisco,

más locuaz y más vacío?

 

¡Ah! La muchedumbre prefiere lo que se cotiza,

las almas serviles sólo respetan lo violento.

Únicamente creen en lo divino

aquellos que también lo son.

 

6. Oda sobre un ánfora griega (John Keats)

 

Tú, todavía virgen esposa de la calma,

criatura nutrida de silencio y de tiempo,

narradora del bosque que nos cuentas

una florida historia más suave que estos versos.

En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda

de dioses o mortales, o de ambos quizá,

que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?

¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? 

¿Qué doncellas rebeldes?

¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? 

¿Quién lucha por huir?

¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, 

ese salvaje frenesí?

 

Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;

sonad por eso, tiernas zampoñas,

no para los sentidos, sino más exquisitas,

tocad para el espíritu canciones silenciosas.

Bello doncel, debajo de los árboles tu canto

ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.

Osado amante, nunca, nunca podrás besarla

aunque casi la alcances, mas no te desesperes:

marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,

¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

 

¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes

que no despedirán jamás la primavera!

Y tú, dichoso músico, que infatigable

modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.

¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!

Por siempre ardiente y jamás saciado,

anhelante por siempre y para siempre joven;

cuán superior a la pasión del hombre

que en pena deja el corazón hastiado,

la garganta y la frente abrasadas de ardores.

 

¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden?

¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,

llevas esa ternera que hacia los cielos muge,

los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?

¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,

alzada en la montaña su clama ciudadela

vacía está de gentes esta sacra mañana?

Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas

tus calles quedarán, y ni un alma que sepa

por qué estás desolado podrá nunca volver.

 

¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe

de hombres y de doncellas cincelada,

con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!

¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede

como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!

Cuando a nuestra generación destruya el tiempo

tú permanecerás, entre penas distintas

de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:

«La belleza es verdad y la verdad belleza»... 

Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.

 

 

7. Ítaca (Constantin Cavafis)

 

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 

pide que el camino sea largo, 

lleno de aventuras, lleno de experiencias. 

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 

ni al colérico Poseidón, 

seres tales jamás hallarás en tu camino, 

si tu pensar es elevado, si selecta 

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 

ni al salvaje Poseidón encontrarás, 

si no los llevas dentro de tu alma, 

si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo. 

Que muchas sean las mañanas de verano 

en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 

a puertos nunca vistos antes. 

Detente en los emporios de Fenicia 

y hazte con hermosas mercancías, 

nácar y coral, ámbar y ébano 

y toda suerte de perfumes sensuales, 

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. 

Ve a muchas ciudades egipcias 

a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente. 

Llegar allí es tu destino. 

Mas no apresures nunca el viaje. 

Mejor que dure muchos años 

y atracar, viejo ya, en la isla, 

enriquecido de cuanto ganaste en el camino 

sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje. 

Sin ella no habrías emprendido el camino. 

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. 

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 

entenderás ya qué significan las Itacas.

 

8. Hombre (Blas de Otero)

 

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,

al borde del abismo, estoy clamando

a Dios. Y su silencio, retumbando,

ahoga mi voz en el vacío inerte.

 

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte

despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo

oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando

solo. Arañando sombras para verte.

 

Alzo la mano, y tú me la cercenas.

Abro los ojos: me los sajas vivos.

Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

 

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.

Ser –y no ser– eternos, fugitivos.

¡Ángel con grandes alas de cadenas!

 

9. De vita beata (Jaime Gil de Biedma)

 

En un viejo país ineficiente, 

algo así como España entre dos guerras 

civiles, en un pueblo junto al mar, 

poseer una casa y poca hacienda 

y memoria ninguna. No leer, 

no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, 

y vivir como un noble arruinado 

entre las ruinas de mi inteligencia.

 

No volveré a ser joven

 

Que la vida iba en serio

uno lo empieza a comprender más tarde

-como todos los jóvenes, yo vine

a llevarme la vida por delante.

 

Dejar huella quería

y marcharme entre aplausos

-envejecer, morir, eran tan sólo

las dimensiones del teatro.

 

Pero ha pasado el tiempo

y la verdad desagradable asoma:

envejecer, morir,

es el único argumento de la obra.

 

 

10. Pablo Serrano presenta:

Los formales y el frío (Mario Benedetti)

 

Quién iba a prever que el amor, ese informal 

se dedicara a ellos tan formales 

 

mientras almorzaban por primera vez 

ella muy lenta y él no tanto 

y hablaban con sospechosa objetividad 

de grandes temas en dos volúmenes 

su sonrisa, la de ella, 

era como un augurio o una fábula 

su mirada, la de él, tomaba nota 

de cómo eran sus ojos, los de ella, 

pero sus palabras, las de él, 

no se enteraban de esa dulce encuesta 

 

como siempre o como casi siempre 

la política condujo a la cultura 

así que por la noche concurrieron al teatro 

sin tocarse una uña o un ojal 

ni siquiera una hebilla o una manga 

y como a la salida hacía bastante frío 

y ella no tenía medias 

sólo sandalias por las que asomaban 

unos dedos muy blancos e indefensos 

fue preciso meterse en un boliche 

 

y ya que el mozo demoraba tanto 

ellos optaron por la confidencia 

extra seca y sin hielo por favor 

cuando llegaron a su casa, la de ella, 

ya el frío estaba en sus labios ,los de él, 

de modo que ella fábula y augurio 

le dio refugio y café instantáneos 

 

una hora apenas de biografía y nostalgias 

hasta que al fin sobrevino un silencio 

como se sabe en estos casos es bravo 

decir algo que realmente no sobre 

 

él probó sólo falta que me quede a dormir 

y ella probó por qué no te quedas 

y él no me lo digas dos veces 

y ella bueno por qué no te quedas 

de manera que él se quedó en principio 

a besar sin usura sus pies fríos, los de ella, 

después ella besó sus labios, los de él, 

que a esa altura ya no estaban tan fríos 

y sucesivamente así 

mientras los grandes temas 

dormían el sueño que ellos no durmieron.

 

11. Concepción Relinque presenta:

Soneto XXIX (William Shakespeare)

 

WHEN, in disgrace with fortune and men's eyes,

I all alone beweep my outcast state

And trouble deaf heaven with my bootless cries

And look upon myself and curse my fate,

Wishing me like to one more rich in hope,

Featured like him, like him with friends possess'd,

Desiring this man's art and that man's scope,

With what I most enjoy contented least;

Yet in these thoughts myself almost despising,

Haply I think on thee, and then my state,

Like to the lark at break of day arising

From sullen earth, sings hymns at heaven's gate;

     For thy sweet love remember'd such wealth brings

     That then I scorn to change my state with kings.

 

Soneto XXIX (Traducido Miguel Ángel Montezanti)

 

Cuando en desgracia de hombres y fortuna

lamento mi abandono sin testigo

y al cielo mi clamor inoportuna

y a mi estrella la enfrento y la maldigo;

queriendo ser más rico en esperanza

como el que es más apuesto y talentoso,

como el que amigos o poder alcanza

menos contento con lo que más gozo;

no obstante que el desprecio me desdora

si pienso por azar en ti, mi estado,

cual despega la alondra por la aurora

himnos proclama al celestial estrado.

     Tu recuerdo es valor de tal cuantía

     que con los reyes no lo trocaría.

 

     12. Purificación Palazón presenta:

Era un niño que soñaba (Antonio Machado)

 

Era un niño que soñaba

un caballo de cartón.

Abrió los ojos el niño

y el caballito no vio.

 

Con un caballito blanco

el niño volvió a soñar;

y por la crin lo cogía...

¡Ahora no te escaparás!

 

Apenas lo hubo cogido,

el niño se despertó.

Tenía el puño cerrado.

¡El caballito voló!

 

Quedóse el niño muy serio

pensando que no es verdad

un caballito soñado.

Y ya no volvió a soñar.

 

Pero el niño se hizo mozo

y el mozo tuvo un amor,

y a su amada le decía:

¿Tú eres de verdad o no?

 

Cuando el mozo se hizo viejo

pensaba: Todo es soñar,

y el caballito soñado

y el caballo de verdad.

 

Y cuando le vino la muerte,

el viejo a su corazón

preguntaba: ¿Tú eres sueño?

¡Quién sabe si despertó!